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Biografía
Begoña Izquierdo

Nace el 7 de septiembre de 1926 en el barrio de Begoña de Bilbao.

 

Su vocación aparece temprano, realizando incluso retratos en su etapa escolar.

A pesar de una primera negativa familiar a que encaminara sus pasos por el camino del arte, en 1946 empieza a tomar clases de dibujo con Antonio Torcal.

En 1948, se traslada a Madrid para estudiar pintura en la escuela de Bellas Artes de San Fernando.

Los profesores de escultura Laviada y Adsuara influyeron en su concepto del volumen y movimiento, acusando un predominio escultórico en su pintura.

Allí hizo buenos amigos entre sus compañeros, como Luis Feito, Julio López Hernández, Julián Martín de Vidales, Manuel Méndez o Lucio Muñoz.

En 1954, obtiene el título oficial de Profesora de dibujo, en las especialidades de pintura y grabado.

Durante el curso 1954-1955,  enseña dibujo industrial en el Instituto Laboral de Amurrio (Álava).

Realiza su primera exposición compartida con la pintora y grabadora Carmen Arozena en el año 1957, a partir de entonces no dejará de realizar exposiciones individuales en España y en el extranjero.

Se establece definitivamente en Madrid en 1958, donde seguirá dando clases de dibujo en colegios e institutos.

En el año 1963 se dedica temporalmente a la ilustración a causa del nacimiento de su hija, realizando dibujos para libros infantiles, La Estafeta Literaria, Cuadernos Hispanoamericanos, etc...

Es en el año 1965 cuando obtiene la beca March y gana el premio Abril de Pintura.

En 1974 abre un estudio de pintura donde impartirá clases.

Siempre compaginó su actividad docente con su actividad pictórica.

Después de toda una vida dedicada a la pintura, fallece en Madrid el 27 de junio de 1999 a los 72 años.

Su obra

En una primera época, la figura humana predomina sobre todo lo demás, para ir poco a poco introduciendo más construcciones y naturaleza, siempre llenas de símbolos en sus composiciones.

No le importa exagerar las formas de los cuerpos para expresar mejor sus sentimientos, siendo destacable la gran expresividad que tienen las manos en todas sus figuras.

Son unos lienzos trabajados a conciencia, sin dejar nada al azar, en los que destaca desde el principio su trazo firme y seguro, y un dominio admirable de la técnica .

 

Su pintura aúna características del expresionismo, como su fuerza y energía con una gran poesía y sensibilidad, describiendo en la vida diaria la felicidad y la desdicha de los hombres y mujeres, intemporales, que no se atienen a ninguna época histórica ni moda concreta, pasando de una primera época más universal, a una temática cada vez más personal e intimista a partir de los años 80.

Hemos separado aquí su obra en tres épocas que aunque claramente diferenciadas, no tuvieron un paso brusco de una a otra, sino una evolución natural y constante a lo largo de toda una vida artística.

Aunque su producción principal fue realizada en óleo sobre lienzo, no hay que olvidar sus magníficos dibujos a plumilla con tinta china.

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